Uno de mis personajes favoritos de la historia es el rey Salomón. Se dice de él que fue el hombre más sabio en toda la tierra a lo largo de la historia de la humanidad. Lo cierto es que mi fascinación por él es, precisamente eso mismo, su inmensa sabiduría para vivir la vida.

Cada vez que leo libros sobre el rey Salomón o incluso los de su propia autoría, no deja de maravillarme cómo el Rey, aún de los acontecimientos más simples y sencillos de la cotidianidad, podía extraer profundas enseñanzas de vida que invitan a la reflexión. De verdad que son textos que, de tener la oportunidad, deberías leer.

Ahora bien, sin intención de hacerle campaña al rey Salomón, pero sí alineado con el  tema de discusión de las pasadas semanas, quiero traer a colación un fragmento de su fantabulosos escritos, quizás hasta un de mis favoritos.

Resulta que el Rey, luego de estudiar y analizar por largo tiempo el comportamiento humano, concluyó lo siguiente: “…pues no hay en la tierra un ser humano que sea siempre bueno y que no se equivoque jamás.”¡Ups! ¿En serio? ¿Nadie está libre de equivocarse jamás? Pues parece que tenemos buenas noticias para celebrar y vivir la vida sin complejos. Yes!!!!!

Si tomamos como base para vivir la vida la conclusión a la que llega el rey Salomón, luego de estudiar las complejidades de la vida por muchos años, entonces es posible asumir que por alguna razón en el basto universo, la naturaleza humana es una imperfecta.

En otras palabras, por nuestra condición humana, NATURALEMENTE NO ESTAMOS LIBRES DE COMETER ERRORES. Siendo esto así, entonces te hago la siguiente pregunta: si obligadamente estamos destinadas a equivocarnos y cometer errores, ¿por qué razón nos afanamos tanto poniendo esfuerzos en exceso para eliminar o cambiar de nuestras vidas algo que inevitablemente nunca podremos cambiar?

Vamos a ver, otra vez. Si nuestra naturaleza humana es una imperfecta que tiende a la equivocación, ¡¿por qué rayos desperdiciamos tantas energías tratando de ser algo que JAMÁS podremos ser, ¡PERFECTAS!?! ¡Auch!

¿Sabes por qué nos cuesta tanto vivir la vida? pues porque tristemente la palabra imperfección se asocia con algo que es impropio y desechable. Esto quiere decir que cuando algo es etiquetado o catalogado como imperfecto, automáticamente pensamos que no es digno de ser aceptado, amado, respetado, valorado…

Y cuando asociamos nuestros errores con estos estigmas sociales, automáticamente pensamos que tampoco somos dignas de ser amadas o aceptadas y de vivir la vida tal como somos. ¿Ahora entiendes por qué? Yo no sé tú, pero ser desechada o rechazada, duele. Y no creo que ni tú, ni yo, nos sintamos muy a gusto cuando alguien nos hace claro que, por no cumplir con el estándar social, entonces no somos parte del grupo.

Sin embargo, nada más lejos de la verdad, pues ya viste que la imperfección es parte de nuestra naturaleza humana y así debemos de asumirlo para vivir la vida. Así que, no importa cuanto esfuerzo pongamos en deshacernos de nuestros defectos, JAMÁS podremos deshacernos de ellos. SIEMPRE cohabitarán con nosotras.

Estarán ahí para recordarnos que existen cuando nos levantemos en la mañana, salgamos de paseo o a trabajar, a la hora del almuerzo y cuando compartamos con nuestras amigas o pareja. Luego nos seguirán a lo largo del día, hasta que nuevamente estemos de regreso y nos volvamos a acostar a dormir, hasta el otro día.¡¡¡

Serán nuestra compañía eterna, hasta que la muerte nos separe!!!! ¡Qué cosas! ¿No?. Increíble, pero cierto. Resulta que, después de todo, poner tanto esfuerzo en tratar de cambiar nuestra naturaleza imperfecta es un esfuerzo perdido. “Bueno Millie, si no puedo deshacerme de mis defectos, entonces ¿qué puedo hacer?” Imagino que es lo que te estás preguntando. Pues bien, es sumamente sencillo. En primera instancia debes aprender a aceptarlas. Y luego, debes aprender a vivir con ellas para realmente vivir la vida. ¡Ah! ¡¿En serio?! Síííí… y te explico ahora por qué.

Si despreciamos nuestra imperfección, entonces estamos despreciando parte de nuestra esencia de quienes somos.  Y yo no sé qué piensas tú, pero aceptarnos a medias, no es aceptarnos, es rechazarnos.

Así que, si no aceptas quién eres, tal como eres, la primera persona que está rechazándote eres tú. Y si tú te rechazas, por consiguiente te comportarás de tal manera que provocarás que otros también te rechacen.

¿Por qué? Porque con el trato que nosotras nos damos a nosotras mismas, es que le damos el ejemplo a otros a cómo deben tratarnos. En segunda instancia te dije que debes aprender a vivir con ellas.

Esto es tan sencillo como aprender a vivir con una condición de salud. Por ejemplo, supongamos que sufres de diabetes o hipertensión. Dado a esto te ves obligada a comer ciertos alimentos y obviar otros, quizás a tomar algunos medicamentos y hasta hacer ejercicios y así deberás vivir la vida por el resto de tus días.

No porque hagas esto significa que desapareció tu condición de salud, significa que utilizaste aquello que vino en tu contra para desarrollar mejores hábitos de vida. ¿Capiche? ¿Entiendes? Estoy segura que sí, pero lo voy a presentar de otra manera. Tus imperfecciones están ahí para quedarse y vivir la vida contigo.

No importa lo que hagas, no puedes hacer nada para evitarlas o cambiarlas, pero a pesar de esto nadie dijo que no podías hacer un espacio para vivir la vida con ellas. Es más, hasta para usarlas a tu favor.

Alineado con esto último, quiero contarte cómo he utilizado uno de mis defectos a mi favor. Resulta que no tiendo a ser una persona que disfrute de las mañana y mucho menos madrugar.

De verdad que ni todo el café que pueda beber en las mañanas es suficiente como para que mis neuronas comiencen el día a la misma hora que mi cuerpo. Siendo esto así, y muy consciente de esto, cuando me despertaba en las mañanas tenía por costumbre mirar el reloj y jugar con el tiempo.

Por ejemplo, si veía que eran las 6:00 de la mañana, me decía: “Voy a cerrar los ojos 15 minutos más. Total, aún tengo tiempo.” La sorpresa para mí era que esos 15 minutos se convertían en 30 y cuando me daba cuenta, ya iba tarde para el trabajo o la universidad o cualquiera que haya sido el compromiso.

¿Qué hice? ¡Ja, ja! Le hice trampa a mi mente. ¿Cómo? Adelanté el reloj 30 minutos. Así que, cuando abría los ojos pensaba que era más tarde de lo que realmente era y por consiguiente, si decidía quedarme 15 minutos más, como quiera estaba dentro del tiempo que necesitaba para estar a tiempo.

Como ves, no cambié mi  mal hábito de dormir 15 minutos más. Fue simplemente que usé el conocimiento que tenía sobre mi defecto a mi favor. Básicamente es eso lo que quiero ilustrarte cuando les digo que aprendas a vivir la vida con ellos.

Ahora bien ¿cómo puedes hacer esto (aceptar tus imperfecciones y aprender a vivir la vida con ellas)? Sencillo, enfocándote en tus fortalezas. En otras palabras, cambia el foco de tu atención.

Si tienes tantas buenas cualidades, múltiples talentos (muchos que quizás no conoces) y tantas razones para mirarte con orgullo y admiración, entonces ¿qué rayos haces desperdiciando tu tiempo martirizándote porque no puedes cambiar esas características irremediablemente desagradables para ti?

Es más, en lugar de lamentarte, ¡usa tus fortalezas para conquistar tus debilidades! ¿Cómo? Nuevamente te lo explico con el ejemplo que les di del reloj.  Como les expliqué, no traté de combatir lo que no podía.

Simplemente lo canalicé de manera diferente. Usé lo que venía en mi contra a mi favor. Jugué con mi mente. ¿Por qué? Porque algo que podía reconocer era que, cuando estoy dormida, soy sumamente fácil de engañar.

Así que, usé esa debilidad a mi favor. Aunque no lo creas ese simple ejercicio me ayudó a eventualmente no necesitar más esos 15 minutos y dejar el reloj exactamente en la hora correspondiente. Sin darme cuenta cambié mi mal hábito por uno bueno. Y en realidad, fue sin intención que lo hice, pero después de todo resultó así, un buen paso para vivir la vida.

¿A dónde quiero llegar con todo esto? Sencillo, a que entiendas que no hay nada de malo con que seas imperfecta, con que tengas todos los defectos que tienes. En realidad, son inevitables y son parte de tu diseño particular que te hace ser quien eres. Por tanto, no los combatas. En lugar de combatirlos, acéptalos y úsalos a tu favor. Estoy segura que, una vez comiences a vivir la vida con ellos, comenzarás a ver la mujer perfecta que habita en ti.

Millie J. Serrano

Millie J. Serrano

Madre a tiempo completo | Estratega de Negocios | Conferenciante | Maestría en Comunicación y un bachillerato en
Ciencias de la Conducta Humana | Imparte cursos universitarios | Creó el programa de capacitación empresarial para jóvenes, Project Generation E. | Fue parte de la Junta de Directores del Museo del Niño y de la Junta Asesora del Instituto Empresarial para la Mujer | Actualmente escribe su primer libro.