Para muchas de nosotras la lucha con nuestro cuerpo empezó a una edad muy temprana, parece mentira, pero las palabras que nos dijeron calaron profundamente haciéndonos creer que éramos imperfectas por no tener el cuerpo perfecto -ese que se mostraba en la publicidad y la TV-.

¡Qué difícil vida! En la que no podemos sentirnos a gusto en nuestra propia piel, en la que pasamos mucho tiempo viendo con lupa cada defecto, cada estría y cada parte del cuerpo con celulitis recordándonos que la sociedad en la que crecimos nos enseñó que ser gordas es sinónimo de ser feas.

La primera vez que vi Comer, Rezar, Amar se me quedó grabada una pregunta que la protagonista le dice a su amiga sueca que parafraseando dice algo así:  “¿alguna vez un hombre se ha parado de tu cama porque estás gorda?”, la respuesta fue  “no” y en realidad  creo que a muy pocas mujeres en este mundo les ha sucedido pero,  lo que si nos ha pasado  a muchas  de nosotras es que nuestra parejas, amigos, familiares o hasta desconocidos  nos han dicho en algún punto de nuestra vida  frases como “ya subiste de peso”, “estas pesadita”, “ya no te pareces”, “comes mucho” “¿no haces ejercicio? que  solo de recordar vuelvo a sentir la vergüenza que llegué a sentir en el momento en el que me hicieron estas preguntas o comentarios.

Actualmente tengo 40 años, dos hijos y vivo una etapa en la que siento que cada vez existe más conciencia  en las personas a mi alrededor sobre importancia de no hablar y no señalar a las personas por nuestro cuerpo, cambiando radicalmente la forma en la que me siento al usar ciertas prendas que antes hubiera amado usar, pero que no hubiera  atrevido a usar  jamás o en algo tan simple como caminar en la zona de la alberca en traje de baño rodeada de mujeres tan imperfectamente bellas que me hacen sentir que soy una más que simplemente está disfrutando el momento sin pensar en su talla, en sus piernas o en su panza.

Aunque se escuche muy trillado hablar de la relación con mi cuerpo ha sido un tema difícil a lo largo de mi vida porque nunca me había sentido completamente cómoda en mi propia piel, siempre viéndome frente al espejo los defectos más pequeños, generando inseguridad de mostrar quien era yo, porque aunque no lo creas, el sentir inseguridad por mi cuerpo, me ha generado otras inseguridades respecto a mi profesión, mis habilidades y también mi merecimiento.

Hoy sigo cuentas en redes sociales de mujeres perfectamente imperfectas y bellas, que nos muestran su día a día dando la oportunidad de admirar su seguridad al mostrar sus cuerpos y ayudándome a generar esa seguridad en mí misma, que muchas veces necesito agarrar de la inspiración de ver a otras, para sentirme libre de mostrar el mío.

Tuvieron que pasar más de 30 años para sentirme bien, para aceptar que la perfección se encuentra en mi imperfección, para darme cuenta de que el ejercicio no necesariamente es para hacerlo como una loca o para adelgazar, cambiando la perspectiva sobre el movimiento y la activación de mi cuerpo por salud y que mi alimentación debe ser balanceada para sentirme bien y tener energía sin sentir culpabilidad por comerme unos chetos o una paleta.

Se que muchas mujeres al igual que yo, están pasado o han transitado antes este camino hacia la aceptación de quienes son en cuerpo y alma, entiendo que no ha sido fácil porque probablemente les ha dejado muchas lágrimas, inseguridades y hasta traumas que se pueden   trabajar perfectamente con un terapeuta terapeuta -porque siempre recomiendo trabajar con uno para mejorar nuestra salud mental- ayudándolas a entender que son perfectas como son, sin importar su talla, sus muslos, sus brazos o sus caderas.

Si tu estas pasando por este camino, quiero que sepas que no estás sola, que todo lo que estás sintiendo lo hemos sentido muchas y que la autoaceptación es el primer paso para que puedas vivir con la ligereza, libertad y seguridad de que estás haciendo las cosas bien y que tu cuerpo merece amor, reconocimiento y cuidado.

La mujer que quieres ser esta del otro lado de este proceso difícil  lleno de valor y amor porque eres tan importante, tan perfecta, tan capaz y tan sexy como cualquier otra mujer, solo es importante que tu logres verlo frente al espejo.

Diana Calderón Sánchez

Diana Calderón Sánchez

Mamá, abogada, mentora de negocios, fundadora de Empoderarte Mujer Mx, Bazar Empoderarte Mx y Hoja Verde papelería, Host de Charlas entre Mujeres.
Escritora por pasión, colaboradora asidua de causas sociales, trabajando con emprendedoras en el desarrollo y profesionalización de sus negocios.
Creciendo en tribu, siempre buscando como aportar valor a las personas que me rodean.
Mamá de 2 + 3 perritas