El consumo de alcohol en México es uno de los más elevados en todo el mundo y las consecuencias en la salud de la población y la economía de las familias mexicanas son catastróficas.

Se adquiere una dimensión mayor si se consideran las tendencias de morbilidad y de mortalidad en el país por su consumo (enfermedades, accidentes, entre otros).

Los costos de estos padecimientos para el sistema de salud nacional hoy rebasan el 50% del presupuesto para la atención médica y de continuar las tendencias, en 10 años podrían representar hasta el 75%, lo que nos hace reflexionar sobre la necesidad de una revisión de los esquemas de salud, de los programas de prevención, sensibilización y reducción de la prevalencia en el consumo de alcohol y otras drogas.

Se debe considerar que el elevado consumo de alcohol tiene su origen en la creciente tolerancia social ante las bebidas embriagantes y la disponibilidad que existe en el mercado de los productos en todo el país lo que está causando que la población inicie su consumo a menor edad y sin restricción para las mujeres lo que está incrementado dramáticamente el consumo entre el sexo femenino.

Existen otros factores igualmente importantes de consumo entre las mujeres como el beber por ser aceptada en un círculo social, por no desentonar en la fiesta, por conseguir un novio o una cita, por diversión o bien por el empoderamiento económico y social que ha surgido desde que la mujer es más independiente, más preparada y con mejores oportunidades de crecimiento laboral.

Cuando hablamos de drogas legales en México, las cifras no son alentadoras, de acuerdo al último informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) denominado “Prevención de traumatismos relacionados al consumo de alcohol”, se ha señalado que somos el país de América con los niveles más altos de consumo de alcohol per cápita. Además de que se pone en manifiesto que los mexicanos tenemos una forma muy desordenada de beber, ya que el 52% de los hombres y el 82% de las mujeres no toman con frecuencia, pero cuando lo hacen es de manera excesiva, lo que demuestra que nosotras estamos consumiendo mucho más alcohol por ocasión que los hombres.

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La cuestión es si debemos alarmarnos y efectivamente si debemos hacerlo porque fisiológicamente somos menos tolerantes, por lo que nos embriagamos más rápido y eliminamos más lento el alcohol del organismo y también estamos siendo más propensas a volvernos dependientes.

El patrón de consumo en México es considerado uno de los más peligrosos de la región ya que dispara la morbilidad y mortalidad por accidentes de tránsito, laborales y caseros, así como el incremento de hechos violentos y muertes a consecuencia de enfermedades relacionadas al consumo de alcohol.

No es poco importante que el consumo de alcohol por persona promedio sea superior al mundial, con cifras que afirman que los hombres beben 32 litros anuales y las mujeres ya alcanzamos la ingesta de 18 litros al año, lo que se está convirtiendo en un problema alarmante porque la cifra se ha duplicado en una década.

Es importante destacar que estamos consumiendo cantidades considerablemente similares a los hombres (estamos tomando a la par de ellos), aún en menos cantidades (no muy menores) pero con la misma frecuencia debido a la lucha por la igualdad de derechos y el incremento del poder adquisitivo que ahora se tiene, estamos siendo presas de tomar más sin considerar que somos mucho más propensas a emborracharnos al consumir cantidades similares, que los efectos del alcohol duran mucho más tiempo en nuestro organismo, tenemos mayores posibilidades de sufrir daños en el hígado y durante la menstruación los efectos del alcohol son mayores.

Las mujeres jóvenes (de 16 a 30 años) están consumiendo más que los hombres jóvenes, por lo que en unos años tendremos mayor dependencia al alcohol entre nosotras con mucho más mujeres en tratamientos de rehabilitación y  siendo estigmatizadas por la sociedad, una sociedad que por un lado nos da la libertad de ser iguales y que por el otro nos golpea por sufrir una adicción que podemos dejar de controlar.

¿Qué vamos a hacer al respecto?

Quizá lo más importante es entender que  la equidad y las oportunidades no debe darnos la libertad de destruir nuestras vidas imitando el comportamiento que ha sido tan señalado entre los hombres. Existen muchas maneras de demostrar nuestro empoderamiento que nos dejarán mayores satisfacciones y nos harán correr menos riesgos de sufrir alguna consecuencia con la que tendremos que vivir el resto de nuestras vidas y que quizá también llegue a afectar a aquellos que nos importan.

Diana Calderón Sánchez

Mamá, abogada, mentora de negocios, fundadora de Empoderarte Mujer Mx, Bazar Empoderarte Mx y Hoja Verde papelería, Host de Charlas entre Mujeres.
Escritora por pasión, colaboradora asidua de causas sociales, trabajando con emprendedoras en el desarrollo y profesionalización de sus negocios.
Creciendo en tribu, siempre buscando como aportar valor a las personas que me rodean.
Mamá de 2 + 3 perritas